Uno de los hallazgos arqueológicos más controversiales de toda América es la Fuente Magna, llamada también Vaso Fuente, un gran vaso de piedra, parecido a un recipiente para efectuar libaciones, bautizos o ceremonias purificadoras.
El vaso fue descubierto en Bolivia en 1960 por un campesino en un terreno privado que se dice que perteneció a la familia Manjon, situado en Chúa, a unos 80 kilómetros de La Paz, en las cercanías del lago Titicaca.
En la parte externa, el vaso contiene algunos bajorrelieves zoomorfos (de origen tihuanacoide), mientras que en el interior, además de una figura zoomorfa o antropomorfa (según la interpretación), hay incisos dos tipos de escritura diferentes, un alfabeto antiguo, proto-sumerio, y el quellca, idioma de la antigua Pukara, civilización precursora de Tiwanaku.
En 1960, el arqueólogo boliviano Max Portugal Zamora efectuó algunos pequeños trabajos de restauración en el vaso de piedra e intentó descifrar sin éxito la misteriosa escritura que está tallada en la parte interior.
Un miembro de la familia Manjon entregó el vaso al municipio de La Paz en 1960. A cambio, la familia Manjon obtuvo un terreno en una zona adyacente a la capital. El objeto permaneció en un sótano del Museo de los metales preciosos durante 40 años.
Hasta fines del siglo XX, nadie sabía en realidad de dónde provenía la Fuente Magna y nadie podía imaginar la extraordinaria y fascinante historia que encierra.
En el 2000, dos investigadores de La Paz, el argentino Bernardo Biados y el boliviano Freddy Arce, viajaron a Chúa, lugar situado al norte del lago Titicaca, y pidieron información a los nativos de lengua aymara sobre el hallazgo de la Fuente Magna en 1960.
Inicialmente, nadie sabía informar ni sobre el Vaso Fuente ni sobre la familia Manjon, que parecía haberse esfumado. Sucesivamente, encontraron a un anciano de 92 años, llamado Maximiliano, quien después de haber observado una foto de la Fuente Magna, la reconoció como suya y la denominó “el plato del chancho”.
Maximiliano declaró que el vaso fue hallado muchos años antes en los alrededores del pueblo y que no se le dio ninguna importancia hasta que algunos hombres se lo llevaron (tal vez pagando algo a cambio), para entregarlo luego al municipio de La Paz.
Justamente así: ¡uno de los objetos más importantes de toda la historia humana era usado por un campesino como recipiente para dar de comer a los cerdos!
Bernardo Biados y Freddy Arce fotografiaron y estudiaron a fondo el célebre vaso, llegando a la conclusión de que era utilizado en la antigüedad para ceremonias religiosas purificadoras. Los dos investigadores enviaron fotos de las inscripciones al epigrafista estadounidense Clyde Ahmed Winters, quien descifró los enigmáticos grabados proto-sumerios que se encontraban al interior de la Fuente Magna.
A continuación, la traducción del recuadro central donde están los caracteres cuneiformes:
Acérquense en el futuro a una persona dotada de gran protección en el nombre de la gran Nía. Este oráculo sirve a las personas que quieren alcanzar la pureza y reforzar su carácter. La Divina Nía difundirá pureza, serenidad, carácter. Usa este talismán (la Fuente Magna), para hacer germinar en ti sabiduría y serenidad.
Utilizando el santuario adecuado, el santo ungüento, el sabio jura emprender el justo camino para alcanzar la pureza y el carácter. Oh sacerdote, encuentra la luz única para todos los que desean una vida noble.
Según los textos antiguos, Ni-ash (Nammu o Nía) era la diosa que dio a luz al Cielo y a la Tierra, en los tiempos de los sumerios. El bajorrelieve que hay en la parte interior del vaso, que puede evocar una rana (símbolo de fertilidad), según algunos investigadores es justamente la representación de Nía, la diosa de los Sumerios.
Los otros símbolos que se encuentran a los lados del bajorrelieve y en la parte adyacente a las incisiones proto-sumerias, fueron interpretados como quellca, idioma escrito de la civilización Pukara, pero no han sido descifrados.
En la parte externa del vaso hay algunos bajorrelieves zoomorfos que recuerdan a la cultura de Tiwanaku: pez y serpiente. Es muy probable que la Fuente Magna haya sido utilizada como vaso sagrado para ceremonias esotéricas que evocaban el culto de la fertilidad y la búsqueda de la pureza.
Aquí surge la siguiente pregunta: ¿cómo es posible que haya inscripciones proto-sumerias en un vaso encontrado cerca al Titicaca, a unos 3800 metros de altura sobre el nivel del mar, distante decenas de miles de kilómetros del lugar de expansión de la civilización sumeria?
En mi opinión, la Fuente Magna es auténtica y es uno de los objetos antiguos más importantes del mundo a través del cual se puede conocer el pasado remoto de la humanidad, así como sus viajes interoceánicos.
Primero que todo, debe recordarse que la existencia del Nuevo Mundo era perfectamente conocida por los Fenicios y Cartagineses que circunnavegaron África en el I milenio antes de Cristo, pero sus conocimientos provenían de los Sumerios, el pueblo que a menudo se asocia erróneamente con “el nacimiento de la civilización”.
Se sabe que los Sumerios navegaban en sus embarcaciones a través de los canales del Tigris y del Éufrates con el fin de comerciar. No obstante, se conoce poco sobre la navegación marítima de los Sumerios, que tenía como base la actual isla de Bahréin, donde recientes excavaciones demostraron la existencia de un puerto comercial que estaba en actividad en el tercer milenio antes de Cristo. En los textos sumerios, el actual Bahréin se llamaba Dilmoun, y desde allí, las flotas sumerias partían hacia la desembocadura del Indo, de donde remontaban el gran río, llegando a Mohenjo-Daro para intercambiar tejidos, oro, incienso y cobre. Las embarcaciones sumerias eran lanchas que podían desplazar hasta 36 toneladas.
Según Bernardo Biados, los Sumerios circunnavegaron África ya en el tercer milenio antes de Cristo, pero, una vez que llegaron a las islas de Cabo Verde, encontraron bloqueado el paso por vientos contrarios que soplan incesantemente hacia el sureste. Por tanto, se vieron obligados a hacer ruta hacia el oeste en busca de vientos favorables. Fue así que llegaron, por casualidad, a Brasil, a las costas del actual Piauí o Maranhao. De esos puntos exploraron el continente remontando los afluentes del Río Amazonas; en particular, el Madeira y el Beni.
De esta manera, llegaron al altiplano andino, que probablemente en el 3000 a.C. no tenía un clima tan frío. Se mezclaron con la población Pukara, que a su vez provenía de la Amazonía (expansión Arawak), y con los pueblos Colla (cuyos descendientes hablan hoy la lengua aimara). La cultura sumeria influenció a la gente del altiplano, no sólo en lo que respecta a lo religioso, sino también a lo lexical. Muchos lingüistas, en efecto, encontraron muchas similitudes entre el proto-sumerio y el aymara.
Algunos sumerios regresaron al Viejo Mundo, llevando consigo coca, que fue hallada también en las momias de algunos faraones egipcios.
Últimamente, Bernardo Biados y Freddy Arce analizaron y estudiaron a fondo el monolito de Pokotia, que contiene interesantes inscripciones en la parte dorsal, las cuales pueden relacionarse también con viajes interoceánicos acaecidos antes del tercer milenio a.C.
Sólo con un estudio comparado de genética, arqueología, lingüística y ciencia epigráfica se podrá llegar, en un futuro, a la real comprensión de las relaciones entre los antiguos pueblos del mundo, con el fin de poder trazar un mapa detallado de toda la evolución humana.
YURI LEVERATTO
El vaso fue descubierto en Bolivia en 1960 por un campesino en un terreno privado que se dice que perteneció a la familia Manjon, situado en Chúa, a unos 80 kilómetros de La Paz, en las cercanías del lago Titicaca.
En la parte externa, el vaso contiene algunos bajorrelieves zoomorfos (de origen tihuanacoide), mientras que en el interior, además de una figura zoomorfa o antropomorfa (según la interpretación), hay incisos dos tipos de escritura diferentes, un alfabeto antiguo, proto-sumerio, y el quellca, idioma de la antigua Pukara, civilización precursora de Tiwanaku.
En 1960, el arqueólogo boliviano Max Portugal Zamora efectuó algunos pequeños trabajos de restauración en el vaso de piedra e intentó descifrar sin éxito la misteriosa escritura que está tallada en la parte interior.
Un miembro de la familia Manjon entregó el vaso al municipio de La Paz en 1960. A cambio, la familia Manjon obtuvo un terreno en una zona adyacente a la capital. El objeto permaneció en un sótano del Museo de los metales preciosos durante 40 años.
Hasta fines del siglo XX, nadie sabía en realidad de dónde provenía la Fuente Magna y nadie podía imaginar la extraordinaria y fascinante historia que encierra.
En el 2000, dos investigadores de La Paz, el argentino Bernardo Biados y el boliviano Freddy Arce, viajaron a Chúa, lugar situado al norte del lago Titicaca, y pidieron información a los nativos de lengua aymara sobre el hallazgo de la Fuente Magna en 1960.
Inicialmente, nadie sabía informar ni sobre el Vaso Fuente ni sobre la familia Manjon, que parecía haberse esfumado. Sucesivamente, encontraron a un anciano de 92 años, llamado Maximiliano, quien después de haber observado una foto de la Fuente Magna, la reconoció como suya y la denominó “el plato del chancho”.
Maximiliano declaró que el vaso fue hallado muchos años antes en los alrededores del pueblo y que no se le dio ninguna importancia hasta que algunos hombres se lo llevaron (tal vez pagando algo a cambio), para entregarlo luego al municipio de La Paz.
Justamente así: ¡uno de los objetos más importantes de toda la historia humana era usado por un campesino como recipiente para dar de comer a los cerdos!
Bernardo Biados y Freddy Arce fotografiaron y estudiaron a fondo el célebre vaso, llegando a la conclusión de que era utilizado en la antigüedad para ceremonias religiosas purificadoras. Los dos investigadores enviaron fotos de las inscripciones al epigrafista estadounidense Clyde Ahmed Winters, quien descifró los enigmáticos grabados proto-sumerios que se encontraban al interior de la Fuente Magna.
A continuación, la traducción del recuadro central donde están los caracteres cuneiformes:
Acérquense en el futuro a una persona dotada de gran protección en el nombre de la gran Nía. Este oráculo sirve a las personas que quieren alcanzar la pureza y reforzar su carácter. La Divina Nía difundirá pureza, serenidad, carácter. Usa este talismán (la Fuente Magna), para hacer germinar en ti sabiduría y serenidad.
Utilizando el santuario adecuado, el santo ungüento, el sabio jura emprender el justo camino para alcanzar la pureza y el carácter. Oh sacerdote, encuentra la luz única para todos los que desean una vida noble.
Según los textos antiguos, Ni-ash (Nammu o Nía) era la diosa que dio a luz al Cielo y a la Tierra, en los tiempos de los sumerios. El bajorrelieve que hay en la parte interior del vaso, que puede evocar una rana (símbolo de fertilidad), según algunos investigadores es justamente la representación de Nía, la diosa de los Sumerios.
Los otros símbolos que se encuentran a los lados del bajorrelieve y en la parte adyacente a las incisiones proto-sumerias, fueron interpretados como quellca, idioma escrito de la civilización Pukara, pero no han sido descifrados.
En la parte externa del vaso hay algunos bajorrelieves zoomorfos que recuerdan a la cultura de Tiwanaku: pez y serpiente. Es muy probable que la Fuente Magna haya sido utilizada como vaso sagrado para ceremonias esotéricas que evocaban el culto de la fertilidad y la búsqueda de la pureza.
Aquí surge la siguiente pregunta: ¿cómo es posible que haya inscripciones proto-sumerias en un vaso encontrado cerca al Titicaca, a unos 3800 metros de altura sobre el nivel del mar, distante decenas de miles de kilómetros del lugar de expansión de la civilización sumeria?
En mi opinión, la Fuente Magna es auténtica y es uno de los objetos antiguos más importantes del mundo a través del cual se puede conocer el pasado remoto de la humanidad, así como sus viajes interoceánicos.
Primero que todo, debe recordarse que la existencia del Nuevo Mundo era perfectamente conocida por los Fenicios y Cartagineses que circunnavegaron África en el I milenio antes de Cristo, pero sus conocimientos provenían de los Sumerios, el pueblo que a menudo se asocia erróneamente con “el nacimiento de la civilización”.
Se sabe que los Sumerios navegaban en sus embarcaciones a través de los canales del Tigris y del Éufrates con el fin de comerciar. No obstante, se conoce poco sobre la navegación marítima de los Sumerios, que tenía como base la actual isla de Bahréin, donde recientes excavaciones demostraron la existencia de un puerto comercial que estaba en actividad en el tercer milenio antes de Cristo. En los textos sumerios, el actual Bahréin se llamaba Dilmoun, y desde allí, las flotas sumerias partían hacia la desembocadura del Indo, de donde remontaban el gran río, llegando a Mohenjo-Daro para intercambiar tejidos, oro, incienso y cobre. Las embarcaciones sumerias eran lanchas que podían desplazar hasta 36 toneladas.
Según Bernardo Biados, los Sumerios circunnavegaron África ya en el tercer milenio antes de Cristo, pero, una vez que llegaron a las islas de Cabo Verde, encontraron bloqueado el paso por vientos contrarios que soplan incesantemente hacia el sureste. Por tanto, se vieron obligados a hacer ruta hacia el oeste en busca de vientos favorables. Fue así que llegaron, por casualidad, a Brasil, a las costas del actual Piauí o Maranhao. De esos puntos exploraron el continente remontando los afluentes del Río Amazonas; en particular, el Madeira y el Beni.
De esta manera, llegaron al altiplano andino, que probablemente en el 3000 a.C. no tenía un clima tan frío. Se mezclaron con la población Pukara, que a su vez provenía de la Amazonía (expansión Arawak), y con los pueblos Colla (cuyos descendientes hablan hoy la lengua aimara). La cultura sumeria influenció a la gente del altiplano, no sólo en lo que respecta a lo religioso, sino también a lo lexical. Muchos lingüistas, en efecto, encontraron muchas similitudes entre el proto-sumerio y el aymara.
Algunos sumerios regresaron al Viejo Mundo, llevando consigo coca, que fue hallada también en las momias de algunos faraones egipcios.
Últimamente, Bernardo Biados y Freddy Arce analizaron y estudiaron a fondo el monolito de Pokotia, que contiene interesantes inscripciones en la parte dorsal, las cuales pueden relacionarse también con viajes interoceánicos acaecidos antes del tercer milenio a.C.
Sólo con un estudio comparado de genética, arqueología, lingüística y ciencia epigráfica se podrá llegar, en un futuro, a la real comprensión de las relaciones entre los antiguos pueblos del mundo, con el fin de poder trazar un mapa detallado de toda la evolución humana.
YURI LEVERATTO
LA FUENTE MAGNA,
EREDITÀ DEI SUMERI NEL NUOVO MONDO
Uno dei reperti archeologici più controversi dell’intera America è la Fuente Magna, detta anche Vaso Fuente, un grande vaso di pietra, simile ad un recipiente per effettuare libagioni, battesimi o cerimonie purificatorie.
Secondo la versione ufficiale il vaso fu scoperto in Bolivia nel 1960, da un contadino, in un terreno privato che si dice sia appartenuto alla famiglia Manjon, situato a Chua, circa 80 chilometri da La Paz, nelle vicinanze del lago Titicaca.
Nella parte esterna il vaso riporta alcuni bassorilievi zoomorfi (di origine Tihuanacoide), mentre nell’interno, oltre a una figura zoomorfa o antropomorfa (a seconda dell’interpretazione), vi sono incisi due tipi di differenti scritture, un alfabeto antico, proto-sumerico, e il quellca, idioma dell’antica Pukara, civiltà antesignana di Tiwanaku.
Nel 1960 l’archeologo boliviano Max Portugal Zamora attuò alcuni piccoli lavori di restauro sul vaso di pietra, e tentò di decifrare senza successo la misteriosa scrittura che è incisa nella parte interna.
Il vaso fu consegnato da un membro della familia Manjon al municipio di La Paz nel 1960. In cambio la familia Manjon ottenne un terreno in una zona adiacente la capitale.
L’oggetto rimase in uno scantinato del “Museo de los metales preciosos” per 40 anni.
Fino alla fine del XX secolo nessuno sapeva in realtà da dove venisse la Fuente Magna, e nessuno poteva immaginare la straordinaria e affascinante storia che racchiude.
Nel 2000 due ricercatori di La Paz, l’argentino Bernardo Biados e il boliviano Freddy Arce, viaggiarono fino a Chua, luogo situato nel nord del lago Titicaca, e chiesero informazioni ai nativi di lengua aymara sul ritrovamento della Fuente Magna nel 1960.
Inizialmente nessuno sapeva dare informazioni, nè sul Vaso Fuente, nè sulla famiglia Manjon, che sembrava essere scomparsa nel nulla. Successivamente incontrarono un anziano di 92 anni, detto Maximiliano, che dopo aver osservato una foto della Fuente Magna, la riconobbe come sua, e la denominò in spagnolo “el plato del chanco”, ovvero il vaso dove mangiavano i maiali.
Maximiliano dichiarò che il vaso fu trovato molti anni prima nelle vicinanze del villaggio e non gli fu data alcuna importanza fino a quando alcuni uomini lo portarono via (forse pagando un corrispettivo), per poi consegnarlo al municipio di La Paz.
Proprio così: uno degli oggetti più importante dell’intera Storia umana era utilizzato da un campesino come recipiente per dar da mangiare ai maiali!
Bernardo Biados e Freddy Arce fotografarono e studiarono a fondo il celebre vaso, giungendo alla conclusione che era utilizzato nell’antichità per cerimonie religiose purificatorie. I due ricercatori inviarono le foto delle iscrizioni al famoso epigrafista statunitense Clyde Ahmed Winters, che decifrò le enigmatiche iscrizioni proto-sumeriche che si trovano all’interno della Fuente Magna.
Ecco la traduzione del pannello centrale dove vi sono i caratteri cuneiformi:
Avvicinati nel futuro ad una persona dotata di grande protezione nel nome della grande Nia. Questo oracolo serve alle persone che vogliono raggiungere la purezza e rafforzare il carattere. La Divina Nia diffonderà purezza, serenità, carattere. Usa questo talismano (la Fuente Magna), per far germogliare in te saggezza e serenità.
Utilizzando il santuario giusto, il sacrario unto, il saggio giura di intraprendere il giusto camino per raggiungere la purezza e il carattere. Oh sacerdote, trova l’unica luce, per tutti coloro che desiderano una vita nobile.
Utilizzando il santuario giusto, il sacrario unto, il saggio giura di intraprendere il giusto camino per raggiungere la purezza e il carattere. Oh sacerdote, trova l’unica luce, per tutti coloro che desiderano una vita nobile.
Secondo i testi antichi Ni-ash (Nammu o Nia), era la Dea che diede luce al Cielo e alla Terra, al tempo dei Sumeri. Il bassorilievo situato nella parte interna del vaso, che può richiamare ad una rana (simbolo di fertilità), secondo alcuni ricercatori è proprio la rappresentazione di Nia, la Dea dei Sumeri.
Gli altri simboli che si trovano ai lati del bassorilievo en ella parte adiacente alle incisioni proto-sumeriche, sono stati interpretati come quellca, idioma scritto della civiltà Pukara, ma non sono stati decifrati.
Nella parte esterna del vaso ci sono alcuni bassorilievi zoomorfi, che richiamano la cultura di Tiwuanaku: pesce e serpente. E’ molto probabile che la Fuente Magna venisse utilizzata come vaso sacro per cerimonie esoteriche, che richiamavano il culto della fertilità e la ricerca della purezza.
A questo punto sorge la domanda? Come è possibile che vi siano delle iscrizioni proto-sumeriche in un vaso ritovato presso il Titicaca, a ben 3800 metri d’altezza sul livello del mare, distante decine di migliaia di chilometri dal luogo di espansione della civiltà dei Sumeri?
A mio parere La Fuente Magna è autentica, ed è uno degli oggetti antichi più importanti del mondo, attraverso il quale si può venire a conoscenza del passato remoto dell’umanità e dei suoi viaggi interoceanici.
Innuanzitutto si deve ricordare che l’esistenza del Nuovo Mondo era perfettamente conosciuta ai Fenici e ai Cartaginesi che circumnavigarono l’Africa nel I millennio prima di Cristo. Ma le loro conoscenze derivavano dai Sumeri, il popolo che spesso si associa erroneamente con la “nascità della civiltà”.
E’ noto che i Sumeri navigavano sulle loro imbarcazioni attraverso i canali del Tigri e dell’Eufrate allo scopo di commerciare. E’ invece poco conosciuta la navigazione marittima dei Sumeri, che avevano come base l’attuale isola di Bahrein, dove recenti scavi hanno dimostrato l’esistenza di un porto commerciale che era in attività nel terzo millennio prima di Cristo. Nei testi Sumeri l’odierno Behrein era identificato come Dilmoun, e da quel punto le flotte sumere partivano per la foce dell’Indo da dove rimontavano il grande fiume, giungendo a Mohenjo-Daro, per intercambiare tessuti, oro, incenso e rame. Le imbarcazioni sumere erano lance che potevano dislocare fino a 36 tonnellate.
Secondo Bernardo Biados i Sumeri circumnavigarono l’Africa già nel terzo millennio prima di Cristo, ma, arrivati presso le isole di Capo Verde, si trovarono sbarrato il passaggio dai venti contrari che soffiano incesantemente verso sud-est. Si trovarono pertanto obbligati a fare rotta verso ovest, cercando venti favorevoli. Fu così che giunsero occasionalmente in Brasile presso le coste dell’attuale Piauì o Maranhao. Da quei punti esplorarono il continente risalendo gli affluenti del Rio delle Amazzoni, in particolare il Madeira e il Beni.
In questo modo arrivarono all’altopiano andino, che probabilmente nel 3000 a.C. non aveva un clima così freddo. Si mischiarono così alle genti Pukara che a loro volta provenivano dall’Amazzonia (espansione Arawak), e ai popoli Colla (i cui discendenti parlano oggi la lingua aymara). La cultura Sumera influenzò le genti dell’altopiano, non solo dal punto di vista religioso, ma anche lessicale. Molti linguisti infatti hanno trovato molte similitudini tra il proto-sumerico e l’aymara.
Alcuni Sumeri rientrarono nel Vecchio Mondo e vi trasportarono la coca, che fu trovata anche nelle mummie di alcuni faraoni egizi.
Ultimamente Bernardo Biados e Freddy Arce hanno analizzato e studiato a fondo il monolito di Pokotia, che riporta interessanti iscrizioni nella parte dorsale, che possono anch’esse essere relazionate con viaggi inter-oceanici avvenuti antecedentemente al terzo millennio a.C.
Solo con lo studio comparato di genetica, archeologia, linguistica e scienza epigrafica si potrà giungere in futuro alla reale comprensione delle relazioni tra gli antichi popoli del mondo, in modo da poter tracciare così una mappa dettagliata dell’intera evoluzione umana.
YURI LEVERATTO
Gli altri simboli che si trovano ai lati del bassorilievo en ella parte adiacente alle incisioni proto-sumeriche, sono stati interpretati come quellca, idioma scritto della civiltà Pukara, ma non sono stati decifrati.
Nella parte esterna del vaso ci sono alcuni bassorilievi zoomorfi, che richiamano la cultura di Tiwuanaku: pesce e serpente. E’ molto probabile che la Fuente Magna venisse utilizzata come vaso sacro per cerimonie esoteriche, che richiamavano il culto della fertilità e la ricerca della purezza.
A questo punto sorge la domanda? Come è possibile che vi siano delle iscrizioni proto-sumeriche in un vaso ritovato presso il Titicaca, a ben 3800 metri d’altezza sul livello del mare, distante decine di migliaia di chilometri dal luogo di espansione della civiltà dei Sumeri?
A mio parere La Fuente Magna è autentica, ed è uno degli oggetti antichi più importanti del mondo, attraverso il quale si può venire a conoscenza del passato remoto dell’umanità e dei suoi viaggi interoceanici.
Innuanzitutto si deve ricordare che l’esistenza del Nuovo Mondo era perfettamente conosciuta ai Fenici e ai Cartaginesi che circumnavigarono l’Africa nel I millennio prima di Cristo. Ma le loro conoscenze derivavano dai Sumeri, il popolo che spesso si associa erroneamente con la “nascità della civiltà”.
E’ noto che i Sumeri navigavano sulle loro imbarcazioni attraverso i canali del Tigri e dell’Eufrate allo scopo di commerciare. E’ invece poco conosciuta la navigazione marittima dei Sumeri, che avevano come base l’attuale isola di Bahrein, dove recenti scavi hanno dimostrato l’esistenza di un porto commerciale che era in attività nel terzo millennio prima di Cristo. Nei testi Sumeri l’odierno Behrein era identificato come Dilmoun, e da quel punto le flotte sumere partivano per la foce dell’Indo da dove rimontavano il grande fiume, giungendo a Mohenjo-Daro, per intercambiare tessuti, oro, incenso e rame. Le imbarcazioni sumere erano lance che potevano dislocare fino a 36 tonnellate.
Secondo Bernardo Biados i Sumeri circumnavigarono l’Africa già nel terzo millennio prima di Cristo, ma, arrivati presso le isole di Capo Verde, si trovarono sbarrato il passaggio dai venti contrari che soffiano incesantemente verso sud-est. Si trovarono pertanto obbligati a fare rotta verso ovest, cercando venti favorevoli. Fu così che giunsero occasionalmente in Brasile presso le coste dell’attuale Piauì o Maranhao. Da quei punti esplorarono il continente risalendo gli affluenti del Rio delle Amazzoni, in particolare il Madeira e il Beni.
In questo modo arrivarono all’altopiano andino, che probabilmente nel 3000 a.C. non aveva un clima così freddo. Si mischiarono così alle genti Pukara che a loro volta provenivano dall’Amazzonia (espansione Arawak), e ai popoli Colla (i cui discendenti parlano oggi la lingua aymara). La cultura Sumera influenzò le genti dell’altopiano, non solo dal punto di vista religioso, ma anche lessicale. Molti linguisti infatti hanno trovato molte similitudini tra il proto-sumerico e l’aymara.
Alcuni Sumeri rientrarono nel Vecchio Mondo e vi trasportarono la coca, che fu trovata anche nelle mummie di alcuni faraoni egizi.
Ultimamente Bernardo Biados e Freddy Arce hanno analizzato e studiato a fondo il monolito di Pokotia, che riporta interessanti iscrizioni nella parte dorsale, che possono anch’esse essere relazionate con viaggi inter-oceanici avvenuti antecedentemente al terzo millennio a.C.
Solo con lo studio comparato di genetica, archeologia, linguistica e scienza epigrafica si potrà giungere in futuro alla reale comprensione delle relazioni tra gli antichi popoli del mondo, in modo da poter tracciare così una mappa dettagliata dell’intera evoluzione umana.
YURI LEVERATTO
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